lunes, 9 de junio de 2008

El juicio moral

Introducción

El interés por el comportamiento ético y el desarrollo moral de las personas se manifiesta de manera creciente en diversos ámbitos de la esfera social. Entre ellos, se ha resaltado con mucha frecuencia el carácter moral de la educación y la necesidad de que las instituciones escolares promueva más eficazmente la educación moral o la formación de determinados valores en los alumnos de todos los niveles educativos. En general, en la acción educativa se ha puesto mayor atención al desarrollo moral y a la formación de valores de los estudiantes.

La conciencia moral, corno juez de nuestros actos, sólo puede darse cuando éstos son actos humanos voluntarios, o sea los actos en los que ha intervenido la libertad de acción. No puede haber un juicio de conciencia cuando los actos efectuados han sido obligados por una autoridad o por una acción coercitiva de agentes extraños a nosotros mismos. Se podría poner con ejemplo la acción de un soldado en tiempo de guerra En la actividad profesional a veces se toman decisiones por obligación o por seguir esquemas o sistemas preestablecidos, que muy poca libertad de acción dejan al sujeto, en estos casos la conciencia moral quedara un tanto suprimida.

Ahora bien, como resultado del juicio de valor que efectúa la conciencia moral sobre los actos del propio individuo, se conduce lo siguiente:

· A un sentimiento de culpa
· A un remordimiento
· A un arrepentimiento.

Esto puede llevar a un castigo, un auto castigo, o a una acción interna
En este campo intervienen una serie de elementos a los cuales se les ha dado en llamar PUENTES DE LA MORALIDAD, que constituyen la conformidad o disconformidad con la recta razón que dirige al acto humano.

Continuamente emitimos juicios sobre el comportamiento y los actos de los demás. Con frecuencia, nos convertimos en jueces de los demás, y nos pronunciamos sobre la honestidad o la deshonestidad del comportamiento ajeno.

En otras ocasiones intentamos dar razones que convenzan a las personas que nos rodean de que nuestros actos han tenido que realizarse así y no de otra manera.

EJERCICIO:

a) Lorena le mintió a sus Papás
b) Está en lo correcto
c) No está bien mentirle a los papás
d) Cada cual hace lo que puede
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a) El atentado terrorista a las torres gemelas de Nueva York mató a miles de personas
b) Fue una acción correcta
c) Es el acto terrorista más negativo y repulsivo
d) Las venganzas a través del terrorismo son venganzas políticas


En cada uno de los bloques anteriores consta de cuatro juicios. Las expresiones precedidas por la letra a de estos ejercicios no son juicios morales. Las expresiones precedidas por las letras b, c, y d, sí son juicios morales.

Decir Lorena mintió a sus Papás no es más que expresar un hecho acontecido, del que podemos tener cierta constancia. Es, por tanto, un juicio de experiencia (empírico), si lo hemos comprobado. Puede incluso, ser falso, por razón de que Lorena no haya mentido, pero, en cualquier caso, es un juicio que se refiere exclusivamente a un hecho que ha podido ocurrir o no. Decir el atentado terrorista a las torres gemelas de Nueva York, mató a miles de personas, es un hecho comprobado, nos lo han transmitido los testigos y sobrevivientes del suceso, lo han documentado los medios masivos de comunicación, lo ha verificado el gobierno, etc., este juicio se refiere a un hecho ocurrido.

Los juicios b, c y d no se refieren a juicios ocurridos, sino a la consideración que para nosotros tienen tales hechos.

¿Cómo son posibles los juicios morales?, ¿Qué es lo que hace que en un momento determinado podamos pronunciarnos sobre la bondad o maldad de un acto?,
Se puede afirmar que los juicios morales son posibles por el Sentido Moral. Es el conjunto de esquemas, normas y reglas que hemos adquirido a través de nuestra educación, familia y medio ambiente, y que mantenemos en el momento de emitir un juicio moral, si revisamos nuestra propia historia individual, podremos recordar, con facilidad, lo que a lo largo de ella se nos ha trasmitido, un conjunto de reglas o normas morales, pautas de conducta. ¿Pero quién nos las ha trasmitido?. En primer lugar, nuestra familia, luego, las instituciones educativas en las que hemos estado, también la propia sociedad en la que vivimos y de la que dependemos.
Se nos ha dicho continuamente lo que es bueno y lo que es malo, o, lo que, nuestros educadores consideraban bueno o malo, ante este aprendizaje y, ante esas normas de conducta hemos podido tener tres actitudes:

· Rechazo
· Indiferencia
· Aceptación.

Rechazo, cuando la norma o normas que se nos han trasmitido no nos han convencido y, tras un razonamiento y una crítica, hemos decidido olvidarlas, rechazo también, cuando por cansancio o saturación hemos, sin más, prescindido de ellas. Rechazo, también, cuando las hemos sustituido por otras.
Indiferencia, cuando la norma o regla no nos dice nada, y volvemos la espalda a su contenido. No es un rechazo efectivo, pero tampoco una aceptación consciente.
Aceptación, cuando esa norma o normas, constituyen lo que podríamos llamar nuestro equipaje moral. El conjunto de reglas que hemos mantenido, conservado, con las que crecemos, caminamos por la vida y que constituyen lo que en un principio hemos llamado sentido moral

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